El largo brazo de la política

Venezuela vive una tragedia, no puede llamarsele de otra forma, pues como en las obras de Shakespeare, sus protagonistas están muriendo. No los bandidos de cuello blanco que nos han llevado a esta situación, ni siquiera la dirigencia política que se alza en contra de ellos, todo sea dicho, con sus propias ambiciones de poder. Son sus jóvenes. «Nos están matando», fue el histérico grito de una mujer muy lejos del país que sentía el dolor de los que aquí luchan como suyo. De su garganta salió expelido el grito que aún profiere Venezuela, estallando en los oídos de quienes aún no despiertan.

«Nos están matando».

¿Cómo pensar en otra cosa?, ¿Cómo permanecer impasible ante la vorágine de destrucción? Es un huracán constante de sucesos que uno tras otro no parecen augurar otra cosa que no sea una hecatombe. ¿O ya lo es? Ciertamente para las personas que vieron allanadas sus casas en Barquísimeto y Caracas, sus mascotas masacradas y sus  hijos encarcelados o amenazados bajo la ridícula etiqueta de terroristas, lo es. Cada día lloramos la pérdida de otro héroe, cual tragedia griega, en la que el destino del héroe era morir en épicas batallas.

Ya nos acostumbramos a que el largo brazo de la política toque cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Más aún desde que en Venezuela nos propusimos la inconmensurable empresa de derrotar un gobierno dictatorial y despótico. Siendo esta una empresa más existencial que política, ¿cómo no dejar que nos toque ese brazo? ¿No es acaso nuestro deber con los caídos? No ignorar sus esfuerzos, no hacer a un lado su quehacer, tener plena conciencia de lo que ocurre en este hervidero de acontecimientos abigarrados, ora una marcha en Caracas, ora una declaración de Pizarro indignado con la cantidad de bombas que recibió, ora un indignado militar que califica de «atrocidades» lo hecho por sus subordinados, mientras, casi instantáneamente, somos testigos de como las vuelven a cometer una y otra vez, y otra vez, y otra vez…

«Nos están matando».

Tras casi tres meses me siento abrumado, como si tuviera vértigo. Los acontecimientos son un tren que acelera trepidante en sus rieles. Imposible permanecer impertérrito, imperdonable ignorar. Y ese largo brazo es como si me estrangulara. A veces me siento sin aire. Quiero respirar.

No puedo.

«Nos están matando».

 

2 comentarios en “El largo brazo de la política

  1. Eudimar Quintero

    Diría, que al igual que tú. Siento la impotencia que carsina todo estos sucesos… Demasiada injusticia que contar entre todos nuestros hermanos caídos, quienes no querían más que sentir de nuevo ese sabor tan agradable de no solo libertad, si no también de una vida que haceme mucho dejo de ser normal para convertirse en supervivencia…

    Muy, muy buena entrada, esperaré la próxima.

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    1. ¡Gracias! Ya estoy en eso.

      La mayoría de los caídos son solo jóvenes que como dices quieren el sabor de la libertad y de un futuro mejor. Lucharon para ello y cayeron de pie. Creo que nuestro deber, cuando no seguir sus pasos al menos apoyar su causa y trabajar en otros aspectos que ayuden a hacer surgir a una Venezuela, que si bien en ruinas, tiene unos fuertes cimientos.

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